
De pronto hoy en un momento especial del día me encentro con una frase que veo de re ojo, “tengo miedo de tener miedo”. Una frase escrita por un amigo, de esos que pasan por tu vida en ciertos momentos y que después no vuelves a ver más, pero que te enseñan mucho más de lo que crees. Y no fue casualidad, no hoy que tuve que despedirme de algo que comenzó siendo un sueño. Hoy salió una imagen en un espejo difícil, complicado. Cuando decides verte en un espejo sabes por simple iniciativa qué vas a ver, pero hay veces (que son muy pocas), que cuando te ves, no te reconoces y al no reconocerte sientes dolor. Pero es un dolor que no es físico, de hecho lo físico ni se percibe, pero sí es un dolor interno, ese que no puedes canalizar más que transmutándolo, llevándolo a una forma de olvido. Canalizar, seguir, fortalecer, entender, las cosas no son así.
Preguntas como: me soy fiel, confío en mí, si lo soy ¿por qué reclamo?, porque cuando las cosas suceden, doy una respuesta y en el silencio encuentro mejores respuestas. El sentir tanto es un río sin cauce, que puede o no llevarnos a la orilla, por lo menos en mi caso, incluso es capaz de quitar la inspiración para escribir. Ser sabio en el silencio, dejar de decir sí yo también, a mí también me pasa o simplemente seguir con los oídos y no con la voz. Tiene que haber un espacio necesario para enfrentar a tus dragones, porque si no lo hay, no puedes moverte lo suficiente para poder vencerlos, para sorprenderlos, enfrenta a tus dragones en campo abierto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario