martes, 19 de enero de 2016

El substracto del extracto.

La luna me trae una emoción, el espejo juega entre realidades y fantasías. El agua me dicta qué hacer para quitarme de encima el pasado, el sol me da una lección que se repite cada mañana, excepto cuando las nubes dejan caer la sombra de muchos egos. La lluvia en su lenguaje místico pero sencillo me enseña a escuchar. La vida hace ruido, el aquí hace ruido, el presente respira. Y hablando del presente, creo que de los 3 es el que más hambre tiene, aunque a veces se mal pasa gracias al tiempo, también ciertas promesas le dan indigestión, y cómo no, se llena de palabras pesadas que contienen lo que se conoce como -letras BOLD o NEGRITAS-, son muy dañinas para la digestión emocional. El espacio me presenta a la ausencia que a su vez me trae un poco de ganas, desde hace un tiempo dejé la gula, el exceso de ganas me llenaba de reclamos la piel, y eso a simple vista, no se veía nada bien. El sonido me trae armonía, porque es muy diferente al ruido, el sonido tiene un ingrediente que es maravilloso para la salud "la música", pero tiene que ser el ingrediente completo, en este caso el "extracto" no funciona, por lo menos no para la armonía. La armonía me trae silencio, he notado últimamente mientras me muevo que el silencio ma da un poco de reflexión, a veces duele, cuando hace un poco de frío en el corazón, pero es raro que me duela la reflexión. La semana pasada, la reflexión me ofreció un poco de noche, la verdad es que la vi muy oscura y le pregunté que si no estaba muy cargada, porque luego me ponía un poco alterado. Lo único que me dijo fue: "pruébala", y lo hice, la probé. Me gustó la experiencia, me di cuenta que estaba muy condimentada de estrellas, y supe que me gustaban las noches así, oscuras y de sabor fuerte. Un experto en noches al cual llaman: "Maestro Akbal (noche en maya)", me dijo que todo dependía de la cantidad y calidad de estrellas que contenga. Cada vez es más difícil encontrarte noches con esas características, yo creo que por eso la disfruté tanto.

viernes, 15 de enero de 2016

Fecha de Caducidad

Una vez más veo emociones desnudas por la calle. ¿De quién son?, ¿quién las habrá dejado ahí, así, sueltas a su suerte? Por más discreto que intenté ser, una de ellas se me acercó y me ofreció un sentimiento para acompañar mi individualidad. En ese momento le dije que no, la verdad es que no lo necesitaba en ese momento. Acababa de vaciar mi contenedor de todos esos sentimientos que se me echaron a perder, los arrojé al bote que decía "orgánica", espero no haberme equivocado, porque algunos ya estaban un poco solidificados, son los que me costaron un poco más de trabajo limpiar y tirar. Regresando a la emoción, al decirle muy amablemente que no necesitaba lo que en ese momento me ofrecía, siguió insistiendo, a lo cual yo me resistía. Generalmente me les pongo difícil cuando se me quieren acercar, ya que son emociones que no conozco, pero esta en particular me movió algo, sin esperarlo, es una de las maneras en que la vida cocina su platillo favorito: "humanos". Que al parecer, por ahí me enteré que últimamente, estamos dándole un poco de indigestión. Y esto para mi tiene cierta lógica, cada vez somos más densos, más pesados de digerir porque nos condimentamos con miedos, y la vida es intolerante o alérgica a este ingrediente. Conforme pasan los años, las generaciones nos vamos haciendo más difíciles de digerir, nos hemos condimentado mucho de agentes libres como el ego y como ya lo mencioné, el miedo, que incluso, ya está considerado como cancerígeno. Y la vida no está hecha para enfermarse, por ello estoy casi seguro que poco a poco nos va a consumir menos. Entonces seremos ingredientes libres, sueltos por ahí sin ser consumidos, ni mezclados, dejaremos de alimentar a la vida, por nuestros condimentos tan fuertes y difíciles de digerir para ella como nuestros miedos y egos. Pero no sé si esto sea posible en su totalidad, porque contamos también con elementos adictivos: sentimientos, emociones, que sazonan bastante bien los platillos de la vida, sólo depende de ella si se los come crudos o cocidos. Al final del día, siempre tendremos una fecha de caducidad.