viernes, 18 de marzo de 2016

TIEMPO DE NUBES

Abres las nubes pero desde abajo con un destapa corchos y te das cuenta que a unas les sale un poco de gas, a otras agua, el elemento que utiliza el tiempo para desangrar su desplazamiento. Tiempo implacable, sublime, perfecto. Aprovechemos que no tiene memoria para dejar de estigmatizarlo cada vez que nos encuentra y quiere estar con nosotros, donde sea, cuando sea. El tiempo es un concepto que te presta el Universo y simplemente lo tomas, lo compartes.

Por la calle

Un día caminando por la calle, me encontré a un corazón que discutía con una frustración, más bien al revés, era la frustración la que le reclamaba al corazón. Quise acercarme un poco más para saber qué era lo que se reclamaba, pero estaba en una esquina y ellos en otra, en plena hora pico donde todas las emociones salen a la calle y el ruido era demasiado, imposible moverme o escuchar algo. Ya no supe si una frustración fue vencida con amor, o un amor fue frustrado.

Emociones en legado.

Mi imaginación me contó una historia. Me relató que cuando las personas se confrontaban por primera vez a sus emociones profundas, a sus sentimientos arraigados esos que poco a poco se van adheriendo a la piel, iban a un lugar que era conocido por pocos. Mi percepción en cambio difiere, yo creo que era conocido por muchos, pero el miedo los hacía mentir acerca de su existencia. Era un espacio donde se encontraba un maestro que tenía un nombre maya: BEN, que significa "caminante del cielo". Es el maestro que tenía y sabía el secreto de vincular a la tierra con el cielo, (me refiero al cielo desde la parte conceptual de lo divino). El miedo de las personas al visitar a BEN radicaba en que tenían que ir sin demostrar emoción alguna, debían ir en un estado ecuánime, casi ZEN, de esa manera BEN detectaba las emociones, se conectaba con ellas para poder trabajarlas, pero las necesitaba fuera de la esencia humana para poder manipularlas, de lo contrario, si se llagaba con las emociones a flor de piel, las cosas tomaban otro rumbo. Por más mínima presencia de una emoción, BEN te quitaba el rostro, se lo llevaba y de esta manera no tenías forma en un mundo completamente visual. Muchos temían a que su rostro fuera robado, entonces preferían enfrentar día a día las emociones, tanto a las emergentes como a las viejas huéspedes que tenían ya un tiempo dentro de ese espacio corpóreo. Dolía parirlas, duele y dolerá, el poder digerir las emociones no es fácil, uno no tiene el estómago ni el corazón preparados para tal tarea. Después de esa historia mi relación con las emociones cambió, entendí que hay las que se producen en el momento, desde el interior como desde el exterior. Mi miedo no es ir con BEN, no me preocupa mi rostro, mi principal preocupación es quedarme con emociones que no son mías, que no me pertenecen, que me las implantaron y cada día duelen más. Sin saber que son mías, no sé cómo sacarlas, a quién dárselas si el dueño no está presente para poder entregárselas. Por eso hay que estar seguro que lo que sentimos es nuestro, de nadie más. De lo contrario tendremos que ir con BEN poniendo en un gran riesgo nuestro rostro.