sábado, 3 de enero de 2015

Maestro 2014

Dos, cero, uno, cuatro, los números del aprendizaje. Números que me dieron lo que nunca pensé que sucedería, crisis en todos los sentidos. Mi crisis, no fuiste tú, más bien llegaste en el momento y en el tiempo que no debías, llegaste precisamente en el momento en el que mi mente no reconocía a mi corazón. ¿Cómo culparte año catorce del dos mil? Fueron casi 335 días con los que viví una enfermedad emocional auto inmune, mis emociones al no reconocerme decidieron atacarme, me desconocieron, y al sentir esto, entré en un miedo sólido, bien plantado. Me entregaste al tiempo, bueno, en realidad todos estamos hechos de masa y tiempo, y fue él, este último que poco a poco me fue confundiendo. Tiene muchas cualidades, pero también querido tiempo, tienes tu parte humana, y esa es que vibras en luz y en sombra, al igual que nosotros eres dualidad, entonces por un lado puedes destruir todo, pero también lo puedes sanar a tu paso. Retomando a este año catorce del dos mil, me enseñaste varias cosas, la mayoría dolorosas, porque darte cuenta que tienes un oasis en frente y no beber agua de ahí, duele. Me fui contigo tiempo, te acompañé hasta donde quisiste, me llevaste a dejar de producir dinero, esa mucosa protectora de la tranquilidad en este plano llamado vida. Ok, quizá algunos pensarán (y quizá es tu caso estimado lector) que el dinero o los bienes materiales no son el 100% de la tranquilidad en este plano, pero si partimos de lo que necesitamos, lo básico como alimento, techo y vestimenta, tenemos que adquirirla y hay dos formas, una la más común que es comprar y la segunda es que te lo obsequien, lo donen, pero eso es sólo para casos extremos. No creo que en mi caso, un licenciado en ciencias de la comunicación, titulado con especialización en publicidad y mercadotecnia le quieran regalar un año de renta, de ropa y de comida, ¿cierto? Pero como la cadena de esta vida, una cosa lleva a la otra, la carencia lleva a la incertidumbre, la incertidumbre a la preocupación que hoy se disfraza de estrés y presión social y esto te lleva al pasaje final, de aquel que es difícil salir, el miedo. Te da miedo ya no poder pagar la renta de la casa donde vives, o la hipoteca, la escuela de tus hijos, los servicios básicos como luz, agua, gas. Yo, de manera voluntaria y además con una sonrisa en la boca te acompañé hasta aquí, hasta que me presentaste a mi miedo. Que por cierto, déjame decirte que mi miedo es un miedo muy astuto, es de aquellos que te saben retener, que te hacen sentir sutilmente que no puedes, entonces, no te mueves. Y si no te mueves porque no quieres sólo existe un lugar en el que puedes seguir pasando las horas de tu existencia, a su lado, en la zona densa, sin luz, terreno y reinado de tu anfitrión. Entendí lo que pasó, mi miedo me hizo ver que el culpable eran 4 dígitos, y que esos cuatro dígitos no sólo me afectaban a mi, sino al mundo entero, "es una situación general me decía" y yo me convencía de que para donde volteaba, veía crisis, carencia, falta de credibilidad. Así viví, me monté en este tren y no me baje, aún cuando podía hacerlo. Pero no, no fueron los cuatro dígitos los presuntos implicaos de mi caída, fue mi miedo y eso lo entendí un poco tarde, pero afortunadamente no lo suficiente. Y eso, querido miedo es lo que te hizo caer en estado colérico, y atacar una y otra vez. Te fuste a mi mente y lograste desconectarla de mi corazón, porque la mente es fácil de manipular pero el corazón no. Francamente no puedo cantar victoria aún, no he logrado someter completamente a mi mente ante mi corazón para restablecer esa conexión, y lo entiendo, somos humanos, ese cúmulo vertiginoso de tormentas internas que se mueven gracias a un mundo de percepciones. También somos ego y eso tampoco nos deja avanzar, al igual que mi miedo se disfrazó de cuatro dígitos (2014), el ego también se puede disfrazar de humildad, aquella que en realidad no entendemos del todo, porque sólo muy pocos pueden experimentarla. Me llevo muchas heridas, la mayoría hechas por mi ser terrenal, me encajé las uñas en la piel, me desgarré las piernas y los pulmones para evitar caminar y correr cuando lo necesitaba, no estaba en los planes de mi miedo dejarme escapar, viajé bajo el estandarte de mi debilidad. Estoy dejando de ser para comenzarme a vaciar, entendí que me tengo que vaciar de lo que me llené, de las cosas en las que desgasté mi energía, en las percepciones de las cuales creí tener la respuesta, me reclamé cosas que no hice, que tuve oportunidad de hacer, mi mente estratégicamente me castigaba, me llevaba una y otra vez a esos momentos, lugares de dolor, todo con el objetivo de volverlo a sentir y que me doblegara. Lo hice por mucho tiempo, no sólo por 345 días del 2014, desde antes y fue una gran sombra que me privó del sol durante todo ese tiempo. Y aún no es que ya vea el sol en su totalidad, pero por lo menos ya entendí cómo puedo hacer para verlo cada vez que salga. También entendí que el sol siempre está ahí, no por que no lo vea es que ya no existe. En fin puedo utilizar cualquier cantidad de frases trilladas, que detrás de ellas hay conocimiento, si existen es por algo, todo lo que existe tiene un fin, así lo entiendo ahora, y también mi 2014 tuvo su fin. Si fue el 2014 o los cuatro dígitos que te hayan marcado, de la manera que haya sido, sólo detente a pensar un momento en si realmente fueron esos 4 dígitos los culpables, o tu miedo disfrazado de números.