miércoles, 25 de diciembre de 2019

A piel de flor

Se me ocurrió estirar mi incredulidad hasta los límites más exigentes de mi ser. Ayer mil formas dictaban en mi cabeza los imposibles, hoy tú eres un imposible, posible. Esquirlas de tinta incrustadas en la piel, dibujan las más tiernas y sublimes figuras, la sutileza de una flor conectada a una piel sin mañana, que baila impulsada por febriles temblores hechos acto, tiempo, desmemorizados y con esencia de hogar. No pensé que podía encontrar tiempos más nuevos, me guiaba siempre por fórmulas, en instancias simples de impulso. Llegué a una frecuencia sin igual, la tuya, la que en cierto tiempo abracé en sueños, escapadas efímeras de realidad. Conjugo la nueva versión de -nosotros-, donde el tú se convirtió en yo. Ese yo que ha probado por una vez, la totalidad de tu libertad, con alas que saben a algodón de azúcar, fluidos hipnóticos sabor a tinto, ojos que toman posesión del tiempo sometiéndolo y llevándolo al límite, a su propio límite diría yo, haciendo que quede estático, inmóvil en sensaciones orgásmicas. Tiempo implacable, ese día bailaste al ritmo de sus ojos, pero eso no fue todo, te dejaste probar en su boca a través de cientos de suspiros. Querido tiempo, ganaste en su boca y yo gocé tanto. La vida es esto, ella, en cuerpo desnudo, en texturas y temperaturas se hizo diosa, musa inexplicable de alguna poesía sin sentido, profunda, siendo ella en su esencia, llevándome por el placer de su placer, envolviéndome en sus gemidos y en la magia de su cabello estallando en la almohada/ Probé la vida que escurría entre sus piernas, la guardé en mi boca para después saborear intensamente, en los momentos donde la noche abraza, ese sabor de mujer, de musa, de inspiración. Por breves momentos desaté mi vida como una hoja en blanco, un lienzo dispuesto y compenetrado con su existencia listo para ser utilizado, para dejarse acariciar por cientos de ideas. Me abrí para perderme en ti, que fue lo más cercano de perderme en el hogar, en mi hogar, eterna paradoja, perdido pero en casa. Aún sigo esperando ese recorrido por mi cuerpo, en el cual te conviertes en la alquimista que transforma tacto en energía y la energía es magia. Querida inspiración eres tú, sí tú, no hay fugas de existencia en el aquí y el ahora, por lo tanto mi adorada alquimista, te pido que dejes caer todos tus hechizos sobre mi cuerpo desnudo, toca con tu frecuencia cardiaca mi existencia, siendo en ser, en ti, en todo, en tiempo disperso que no necesita de un contexto para entregarse. Aquí es donde yo me conecto en ti, por todo lo que detona tu sonrisa. Hoy hay miedo en mí, soy pasado intentando abrazarte a ti que eres presente, profunda y serena, sutil y transparente, me guías por la vida sin intentar cambiarme. Ese ahora que intenta entender a un pasado roto que se ha podido armar sin instructivo, sin pedir nada a cambio, quizá solo un intercambio de caricias para sentirse vivo. El paso de tu huella es indeleble, sin tiempo, en otra dimensión, donde todo permanece, donde eres ese amor que se extiende bajo el sol. Hoy gracias a ti querida inspiración, ya no encontré mis miedos donde los había guardado, me has ayudado a crear un mundo de desvanecimiento en el que la sombra brilla, donde mis alas ya no están conectadas a mi espalda sino a mi corazón. Todo esto eres tú en mi, lograste crearme sin necesidad de romperme, tu corazón llega a mi mundo, lo toca, lo mueve, lo reta, lo enfrenta, pero al mismo tiempo lo llena de luz. Sin miedo, sin dudas, con certeza, ya puedo decírtelo, sin poseerte, posees mi esencia, la tienes, ella te cuida, te brinda nacimientos de emociones paridas por el amor, desde el amor. Eres tú, es tu magia, tu belleza, tu ternura, tu sensualidad, tu erotismo, tu luna, tu Venus que hoy sin importar nada más, me haces sentir aquí, latiendo Gracias por tu conexión querida inspiración.