lunes, 28 de julio de 2008

Más piensos fotográficos

Les dejo más fotos
Uriel Martinez y Tania Navarrete los directores de arte en estas fotos.

miércoles, 9 de julio de 2008

Piensos Fotográficos


Algo de lo que estoy exponiendo en algunos estados de la República.

EN LOS BRAZOS DE MIS ALAS




Yo llamaba “monstruo” a eso que tenía dentro de mi garganta, pero me he dado cuenta que es un Fénix, porque tiene la capacidad de renacer de sus propias cenizas, cenizas de miedo, de vacíos adoptados y esperanzas como terrenos baldíos.

A la vida le crecen uñas y depende de cada uno de nosotros, si las enterramos cada vez más en nuestra carne o no las dejamos penetrar nuestra piel y las usamos como un cúmulo de cabezas acomodadas. A fin de cuentas, para qué enumerar las manchas del sol, por qué querer medir su luz, cuando eso está más allá de lo que como seres humanos vulnerables somos capaces de entender. Todos tenemos en nuestro interior un poder curativo, la forma de ponernos en una exacta frecuencia con el universo y su fuerza.

Pero regresemos a la garganta. Cuando el fénix está presente, los gritos son materia de libertad, pero cuando comienza su ocaso, los gritos se vuelven en territorio blindado de sombras varadas, cubriendo cualquier hueco de luz que pueda traer la esperanza.
No hay grito de dolor que en lo futuro no tenga al fin por eco
una alegría.

En esto nos convertimos de repente, en el eco de un grito en el silencio, a veces sórdido, a veces lento, a veces curativo. Pero hay vendas que no nos dejan distinguir de qué y cómo es nuestro grito, aunque nadie más lo escuche, no podemos escaparnos de nuestro propio efecto sonoro, nos enfrentamos a lo que somos, ese es el delicado juego de nuestra existencia. Ahí es donde comienzan a atacar los demonios de la memoria.

Las sombras mandan su conjuro hacia nuestro interior, sombras que atacan sueños y se convierten en serpientes. Devoran poco a poco lo que le puedan arrebatar al amor y a la confianza. Al igual que el Fénix, se pueden matar, pero siempre sale una mayor que digiere sueños con más ira. Alguna vez escuché a alguien decir en una canción que para enfrentar y vencer a estas serpientes, les daba de comer palomas envenenadas de su bien. Dicen que si alguna vez eres devorado por una, al llegar a su estomago plantees con un verso una verdad.

Realmente no sé cuantas veces la humanidad ha sido devorada, digerida y vomitada por estas serpientes, no sé desde qué tiempo están presentes en la tierra, lo que sí me queda claro es que están desde que el hombre existe. ¿No es una paradoja que algo tan extenso como la vida tenga sólo dos formas: La difícil y la fácil? La primera es la más popular, la segunda es la más escasa en la mente y en los hechos del ser humano. En mis años de ser habitante de este planeta, no he podido enfocar mi mente en sus vacíos.

Pero siendo lo más fácil, es lo más difícil, cómo empuñar una espada que tiene alma propia, que por más que le digamos qué hacer, no saldremos con éxito. ¿Cómo podemos librar una batalla si no se conoce al enemigo?
Pero cada quien tiene la capacidad de empuñar su propia espada de sabiduría y su armadura de experiencia, pero no es fácil forjarlas, quien sabe que tiene una espada capaz, pero no la escucha, tiene el mismo destino de quienes tienen alas de oro y las acercan demasiado al sol extinguiéndolas.

Es exactamente el mismo efecto que tenemos cuando empezamos a descubrir nuestras alas, tenerlas es doloroso, porque cuando salen, rasgan la piel. Hay 3 diferentes tipos de alas, aquellas que son las de la etapa de experimentación, con ellas empezamos a adentrarnos en nuestros propios procesos, para después. Tienen un color blanco ya que con ellas comenzamos a experimentar. Las segundas duelen un poco más, pero nacen después de un tiempo, del tiempo predispuesto a experimentar y de aquí que tengan un color verde, el color que cura los dolores del crecimiento. Surgen bajo el nombre: Entendimiento. Con ellas empezamos a entender lo que hacemos en este planeta tierra, nos preparamos para vibrar de otra manera, nos encontramos repentinamente con esa información a la cual no todos tienen acceso.

Esta etapa lleva su tiempo, es aquí donde nos preparamos para la tercera reencarnación de nuestras alas, las alas del desapego. Éstas surgen cuando logramos a través de muchos procesos, desprendernos de todo lo que nos rodea, dejamos de ser dependientes de una energía comunal, empezamos a brillar por nosotros mismos y es cuando las cosas más triviales dejan de ser fundamentales, en otras palabras tenemos un camino más libre hacia una evolución espiritual. Estas alas tienen un color dorado muy brillante.

Como en la vida todo se puede resumir, es una acción lógica evolutiva, para qué ahogarnos en los inmensos mares de nuestra propia imaginación, cuando podemos hacer puentes que nos sostengan y nos lleven más rápido al mismo punto.

Entonces bien dicho sea que muere lentamente quien no cambia la vida cuando está insatisfecho con su trabajo o su amor, quien no arriesga lo seguro por lo incierto para ir tras un sueño, quien no permite por lo menos una vez en la vida huir de los consejos sensatos. ¡Vive hoy!, ¡arriesga hoy! De otra manera te dejarás morir lento en un mar de tiempo congelado que te llevará al olvido de ser feliz a través de una amnesia irreversible.

Siendo así, ¿valió la pena el tour por este planeta?

El ser feliz no es una ley, es lo que se te pide, recuerda que no existe la llave de la felicidad, cada quien forja su propia llave bajo la luz de sus alas, sus ganas de vivir, para después, evolucionar en este planeta.

Un regalo de una amiga

Quiero presentarles algo que escribió una querida amiga que se llama Gaby Rochin, es algo que me gustó mucho y que se los dejo para que lo lean. Gracias Gaby, sigue escribiendo así.

CIERRA TUS OJOS

Cierra tus ojos y estarás solo.
No importa cuántas almas te rodeen,
ni importa cuántos cuerpos te aplasten.
Se te perderá el calor, el frío, la duda, el dolor, el llanto.
Se te olvidará el ruido, el movimiento, el tiempo, el otro… todo.
Cierra tus ojos y estarás contigo, contigo y contigo.
Encontrarás lo que buscas,
descubrirás lo que ignoras
y entenderás lo que escuchas.
Tienes dos puertas, son tus ojos; azótaselas al mundo.
No lo necesitas, ¡no lo necesites más!
Niégate al miedo. Dile “no estoy”. Dile “no quiero”. Date permiso ya.
Sorpréndete con tu propia inmensidad.
Serás más tú, seré más yo.
Pero, por favor, cierra tus ojos.